El 8 de marzo de cada año se conmemora el Día Internacional de la Mujer, el cual busca sensibilizar a la población sobre la desigualdad, discriminación, represión y violencia de género. Es por ello que también marzo es conocido como el mes de la mujer.
Con este motivo, recopilamos información del texto “COVID-19 en la vida de las mujeres” por la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), el cual aborda temas relacionados con los graves problemas que transgreden los derechos de la mujer, la urgente necesidad de garantizarles una vida equitativa, segura y libre de violencia; y destaca los impactos negativos que el Covid-19 ha tenido sobre las mujeres específicamente, profundizando en las desigualdades de género existentes, tanto al interior de los hogares como fuera de ellos: en los hospitales, centros sanitarios, en el trabajo, e incluso en la política.
La mujer y el aislamiento social
Las medidas de aislamiento buscan proteger la salud pública y evitar el colapso de los servicios de salud; sin embargo, su aplicación no es neutra en cuestiones de género. Los hogares hoy en día se han convertido en un espacio que concentra el cuidado de la salud, la educación de las niñas, niños y adolescentes, la convivencia, el trabajo, el ocio, etc. Una situación ideal implicaría que la distribución de tareas relacionadas con el hogar, sea repartida equitativamente entre hombres y mujeres, sin embargo, estas recaen principalmente en las mujeres, cuya carga de trabajo relacionada con el cuidado y la atención de los habitantes en los hogares ha aumentado durante la pandemia.
Otro problema latente dentro de los hogares, es que durante el aislamiento social muchas mujeres y niñas se han visto obligadas a estar encerradas con sus maltratadores. Teniendo en cuenta que en muchos casos, el hogar representa el lugar más peligroso para las mujeres, el encierro hace que se incremente el riesgo de violencia contra ellas en la medida en que aumenta el tiempo de convivencia; se generan conflictos alrededor de cuestiones domésticas y familiares; la violencia se prolonga sin que sea interrumpida y se genera una percepción de seguridad e impunidad del agresor. De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los registros de violencia contra la mujer en el hogar a causa del aislamiento derivado de la pandemia, aumentó un 60%; lo cual representa estadísticas alarmantes.
A través de la Jornada Nacional de Sana Distancia, las llamadas y mensajes por violencia de género a la Red Nacional de Refugios aumentaron 80%, mientras que estimaciones de la Secretaría de Gobernación, declaran que la violencia de género pudo haber incrementado durante la pandemia; incluso antes de ella, la violencia doméstica ya era una de las violaciones de derechos humanos más evidente. Según estadísticas de las Naciones Unidas, el año pasado hubieron 243 millones de mujeres y niñas, entre 15 y 49 años, que sufrieron violencia sexual o física por parte de una pareja sentimental. Estas cifras han aumentado considerablemente teniendo afectaciones en su bienestar, su salud sexual y reproductiva, salud física y mental y su capacidad de lidiar con las repercusiones sociales y económicas.
El encierro también ha provocado un aumento de violencia sexual en contra de las niñas y a su vez, mayores complicaciones para mantenerse en procesos de escolarización. Es necesario que las entidades gubernamentales garanticen su seguridad y apoyo para minimizar el aumento de los riesgos de violencia y de abandono escolar una vez termine el aislamiento. Se recomienda también que durante las clases escolares en línea se incluya información sobre recursos disponibles para denunciar casos de violencia, y que el equipo académico esté capacitado para atender estos casos e identificar situaciones de riesgo de violencia o de abandono y exclusión de forma remota en sus estudiantes.
La mujer y la salud
Además de trabajar en sus hogares, las mujeres están expuestas a un mayor riesgo de contagio ya que son las principales colaboradoras en gran parte del sector de salud y trabajo doméstico remunerado, y asisten también en centros de cuidado a menores, adultos mayores o personas con discapacidades, entre otras actividades.
Según las estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud, en México, casi 500 mil personas se dedican a la enfermería con un grado técnico o especializado, de las cuales 79% son mujeres. Asimismo, 320 mil personas están registradas como personal médico y en ejercicio profesional, de las cuales 39% son mujeres. Por otro lado, las mujeres están encontrando grandes limitaciones para acceder a los servicios de salud sexual y reproductiva, como los partos hospitalarios, lo cual podría incrementar la mortalidad materna.
La OMS señala que “las mujeres proporcionan la salud y los hombres la lideran”, es decir, hay más mujeres apoyando y trabajando en la salud, como enfermeras, pero los hombres son los que tienen niveles jerárquicos más altos en el sector. En este sentido, se ha estimado que lograr la igualdad de género con las mismas oportunidades y derechos en el sector de la salud llevará 202 años.
La mujer en la política y economía
En medio de esta emergencia sanitaria, encontramos a mujeres en la primera línea que destacan por su manejo de crisis. Tal es el caso de Angela Merkel, canciller federal de Alemania; Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca; Tsai Ing-wen, presidenta de Taiwán; entre otras, quienes han sabido liderar a sus países y ayudar a los más necesitados.
Por otra parte, grupos ejemplares como las Mediadoras por la paz en Uganda, se encargan de distribuir artículos de higiene para ayudar a detener la propagación de la Covid-19; o el grupo de 26 integrantes de la Red de Mujeres Libias por la Consolidación de la Paz, quienes además de luchar contra las amenazas del Covid-19 , también lo hacen contra la marginalización de las mujeres en los procesos de paz.
Estas referencias positivas contribuyen a disminuir la discriminación de género, dando lugar a la valoración sobre las capacidades de liderazgo de las mujeres y las transformaciones en el ejercicio del poder. Sin embargo, aunque estos grupos asumen gran parte de la responsabilidad de evitar la propagación del virus y ayudar a los más necesitados, las mujeres quedan fuera de los procesos de toma de decisiones. Actualmente, sólo ocupan la jefatura de Estado y de Gobierno en 21 países, pese a las sólidas muestras de que su liderazgo contribuye a lograr una toma de decisiones más inclusiva y más representativa. Sin embargo, siguen representando únicamente el 25% de los cargos parlamentarios y 27% de puestos directivos.
La crisis del COVID-19 no puede derivar en un retroceso en la participación laboral de las mujeres, y por ello se debe garantizar su acceso a los derechos económicos ya que la participación de las mujeres en el mercado laboral es relevante para el crecimiento económico de los países.
La mujer y el internet
El acceso a internet es otro de los aspectos claves en la desigualdad. A nivel mundial, hay 200 millones más de hombres que mujeres con acceso a Internet, y las mujeres tienen 21% menos probabilidad de tener un teléfono móvil, recurso clave en países en desarrollo donde brindan acceso a seguridad, redes de información y organización, sistemas de alerta temprana, atención de salud digital y transferencias económicas. En el contexto del COVID-19, esta brecha digital de género tiene implicaciones cruciales para el acceso de las mujeres a información y servicios de salud, noticias públicas sobre medidas de aislamiento y cuarentena. Es necesario fortalecer el acceso de las mujeres de estas tecnologías de información y garantizar el uso de medios tradicionales como la radio, gráfica impresa y televisión para transmitir información esencial, incluyendo sobre violencia contra las mujeres. Además de estos medios tradicionales y de internet, las redes sociales hoy en día tienen un poder masivo inigualable con el que se han apoyado a muchas mujeres a exponer casos de violencia o abuso, donde la sororidad ha creado un movimiento con mucha fuerza e impacto social.
Por otro lado, los servicios de atención y protección a la violencia contra las mujeres no están diseñados para responder ante la situación derivada de la emergencia COVID-19, ya que al ser una situación imprevista, no se cuenta con los servicios ni personal necesario. Es indispensable que se adapten a la situación para asegurar el acceso de las mujeres víctimas de violencia en todo el territorio nacional, y superar las dificultades para llegar a las zonas rurales, así como adecuarse a las necesidades específicas en cada territorio. A su vez, se deben definir y reforzar las líneas de atención a la violencia, centros de orientación y atención psicológica, psicosocial y jurídica como servicios indispensables. Conjuntamente se deben realizar campañas informativas sobre prevención y atención de casos de violencia, garantizando que las denuncias serán atendidas y que las víctimas no están solas.
En la conmemoración Día Internacional de la Mujer, es importante ser conscientes de las problemáticas a las que se enfrentan las mujeres día con día, y que incluso se han agravado en medio de la emergencia sanitaria. Si bien es cierto que pudieran existir diferencias biológicas entre las capacidades físicas de un hombre y una mujer, esto no puede ser impedimento para que en casos ordinarios como extraordinarios como esta pandemia, sea un factor que exhiba y potencialice las dificultades que encuentra una mujer.
Fuentes:
[1] OEA, Comisión Interamericana de Mujeres. (s. f.). COVID-19 en la vida de las mujeres. Organización de los Estados Americanos. Recuperado 5 de marzo de 2021, de https://www.oas.org/es/cim/docs/ArgumentarioCOVID19-ES.pdf
[2] ¿Por qué el liderazgo de las mujeres no figura en los titulares? (2020, 14 septiembre). ONU Mujeres. https://www.unwomen.org/es/news/stories/2020/9/compilation-five-stories-of-womens-leadership