¿Cómo comenzó el movimiento feminista en el mundo?
A través de la historia, las mujeres hemos luchado por la igualdad y por contar con los mismos derechos que los hombres. Es así como el primer movimiento de mujeres surge en Europa durante la Revolución Francesa con la que se demandaba igualdad en aspectos laborales, debido a que las trabajadoras recibían la mitad del salario que los hombres por el hecho de ser mujeres. Varios años después, en 1791, surge la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía, la cual establece la igualdad de derechos o la equipación jurídica y legal de las mujeres con relación a los hombres; esta Declaración fue uno los avances históricos que decretaron la igualdad de derechos y el derecho al voto.
Por otro lado, la aparición del feminismo como movimiento colectivo, inició en la ciudad de Nueva York en 1848, con el cual mujeres demandaban la igualdad de género, la no discriminación y reclamaban el derecho al voto el cual se logró hasta 1920. En México el feminismo se origina a finales del siglo XIX y principios de XX debido a las desventajas sociales que vivían las mujeres; es en Yucatán donde surge el primer movimiento feminista que buscaba reivindicar temas educativos y sociales. En Latinoamérica, la tendencia a movimientos feministas surge en Argentina, Brasil y Chile.
Actualmente en México nos encontramos con diversos movimientos que reflejan el hartazgo social de nosotras las mujeres. Cada cuatro minutos una mujer sufre una violación y las denuncias por agresiones sexuales a mujeres se incrementaron un 20% en el 2019. El movimiento Me Too resurgió en 2017 y logró que miles de mujeres alrededor del mundo denunciaran públicamente a sus acosadores. A manera de protesta pacífica la brillantina y la pintura morada se convirtieron en iconos del feminismo; el performance “Un violador en tu camino”, creado originalmente por el colectivo chileno feminista LasTesis y replicado en varios países, incluyendo México, le dio mayor voz y difusión a cientos de protestas. Nunca nada se ha logrado sin acciones de re-evolución, sobre todo tratándose de feminismo.
El feminismo en México
Según cifras de la ONU, en México todos los días mueren 10 mujeres por el simple hecho de ser mujer; lo que hoy en día se cataloga como feminicidio. El feminicidio es la forma más extrema de violencia contra la mujer y una de las manifestaciones más graves de la discriminación hacia ellas. La violencia contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad de género, en la posición de subordinación y en la marginalidad, la cual ha estado presnete desde años atrás. Impulsada por esto, en 1887, Laureana Wright de Kleinhans escritora y precursora mexicana del feminismo, publica su revista Violetas del Anáhuac en la que hablaba de cambiar el paradigma femenino e invitó a las mujeres del país a que cuestionaran su rol en la sociedad y las condiciones en que vivían.
El Primer Congreso Feminista de 1916 marcó un antes y un después en el feminismo mexicano. El gobernador de Yucatán, Salvador Alvarado, convocó a un congreso al cual asistieron 620 mujeres, la mayoría de ellas maestras, con el fin de debatir cuestiones como los medios para liberar a la mujer de antiguas tradiciones. Este evento dio lugar a una conciencia colectiva y se visibilizó una agenda feminista que proponía igualdad de condiciones en los ámbitos educativo, profesional y laboral, pues declaraban que no había diferencia intelectual entre mujeres y hombres.
El movimiento feminista mexicano conocido como la “Segunda Ola” comenzó en los años setenta, en un contexto social marcado por el movimiento estudiantil de 1968 y una fuerte represión por parte del Estado, el ingreso masivo de las mujeres a las universidades y al mercado laboral, y el desarrollo de métodos anticonceptivos baratos y accesibles. Estaba constituido por mujeres urbanas de clase media, universitarias, en su mayoría de la Ciudad de México, que cuestionaron las relaciones hombre-mujer. En este periodo se conformaron pequeños grupos feministas de autoconciencia para analizar las relaciones personales y el sexismo en la vida cotidiana: Mujeres en Acción Solidaria (MAS, 1971), Movimiento Nacional de Mujeres (MNM, 1972), Movimiento de Liberación de la Mujer (MLM, 1974), Colectivo La Revuelta (1975), Colectivo de Mujeres y Lucha Feminista (1978). Estos grupos reflexionaban sobre temas como la maternidad, la doble jornada de trabajo, la sexualidad, la subordinación, la discriminación, etc.
Los Encuentros Feministas Nacionales y los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe comenzaron durante la década de 1980. Además, varias feministas participaron en las conferencias internacionales organizadas por la Organización de las Naciones Unidas. También fueron los años en que muchas militantes se incorporaron al sector público, a las universidades como docentes y a organizaciones no gubernamentales (ONG). El terremoto que sacudió a la Ciudad de México en 1985 fue un parteaguas para el movimiento, ya que a partir de este hecho las feministas se acercaron al movimiento popular de las mujeres, en particular a las mujeres trabajadoras, el cual había estado muy activo debido a la crisis económica y laboral que el país vivía. La coyuntura electoral de 1988 con Carlos Salinas de Gortari, también fue un hecho que movilizó a la sociedad civil para manifestar su descontento. Muchas feministas se sumaron, y se creó una agenda política con reivindicaciones de género y de defensa de los derechos humanos.
Hoy en día, en pleno siglo XXI, el movimiento feminista mexicano se enfrenta a grandes retos, como los de aumentar la igualdad de género, disminuir la discriminación, la violencia doméstica y fomentar el acceso de las mujeres a estudios superiores y a posiciones laborales en sus campos de estudio.
#8M y #9M: la construcción de una lucha
Apenas hace un año, el 8 de marzo del 2020, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, más de 80 mil mujeres se dieron cita en el Monumento de la Revolución para marchar y protestar por el alza de los de los feminicidios y la violencia contra las mujeres en México. Todas con una misma misión: alzar la voz para defender sus derechos y exigir acabar con la violencia de género en un país en el que son silenciadas, golpeadas y víctimas de la desigualdad. Ese día estalló una revolución que llevaba años formándose, las mujeres salieron a marchar, se podía ver en las calles a amigas, hermanas, mamás, parejas, y mujeres de todas las edades que no tuvieron miedo de exigir seguridad y protección. Nunca se había visto a tantas mujeres reunidas luchando por una misma causa que tenía meses causando revuelto; el movimiento feminista comenzaba a cobrar mucho poder y las mujeres estaban decididas a nunca más guardar silencio.
#UnDíaSinNosotras
El 18 de febrero, el colectivo veracruzano “Brujas del Mar” comenzó a difundir en su cuenta de Twitter una iniciativa de manifestación nacional denominada “Un día sin nosotras”, representado a través del hashtag #undíasinnosotras. La propuesta era que ninguna mujer participara en sus actividades cotidianas el 9 de marzo. Cabe destacar que Veracruz es el estado que encabeza la lista de feminicidios en nuestro país: “Paramos para hacer visibles las desigualdades. Porque las mujeres ganamos en promedio 34 % menos que los hombres. Porque en México ocurren 10 feminicidios al día. Porque las mujeres emplean 25 horas a la semana en trabajo doméstico, mientras los hombres solo 9 horas”, explica un tuit del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, en Ciudad de México.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indican que las mujeres en este país representan un poco más de la mitad de la población mexicana (cerca de 64 millones) de un total de 126,014,024 de habitantes. Con el paro nacional del 9 de marzo en 2020, se generó un impacto económico por 30 mil millones de pesos, y aunque los hombres se presentaron en sus centros de trabajo, se vieron rebasados; incluso algunos establecimientos tuvieron que cerrar temprano, y en otros casos como bancos o escuelas, no trabajaron. Este paro puso en evidencia la alta participación de la mujer en los sectores productivos, que es de 40% aproximadamente y de este total, la participación de mujeres en el movimiento fue del 70% por ciento. El impacto de este movimiento no solo fue económico, y es que este visibilizó que las mujeres son parte de diferentes sectores básicos e importantes, entre ellos el de la educación, el financiero y el comercial.
El paro del 9 de marzo, al que se sumaron 22 millones de mujeres no fue un movimiento partidista ni de desacreditación, sino un llamado a la acción para hacer notar la ausencia de las mujeres en una sociedad en la que son violentadas, física, psicológica, económica, sexual, verbal, simbólica o laboralmente.
El inicio de un movimiento que cambió la vida de las mujeres en América Latina
Cada día mueren al menos 12 mujeres latinoamericanas por el simple hecho de ser mujeres. De los 25 países más violentos del mundo, 14 son latinoamericanos, es decir, más de la mitad de los feminicidios que se producen ocurren en América Latina. Ante este escenario de violencia generalizada, la respuesta de las mujeres latinas ha sido organizarse para denunciar y apropiarse cada vez más de las calles y convertirlas en espacios de lucha. En Argentina, Chile, México, Perú, Uruguay y otros países, la mecha del feminismo ha empezado a arder con fuerza. La historia del movimiento Ni Una Menos comenzó a escribirse con Susana Chávez, poeta mexicana, indígena y activista incansable por los derechos de las mujeres; en 1995 pronunció la frase “Ni una mujer menos, ni una muerta más” haciendo referencia a los feminicidios en Ciudad Juárez y en todo México. Con esta frase como slogan, Susana Chávez emprendió una campaña para detener las desapariciones y asesinatos masivos de mujeres que quedaban sin investigar.
En el caso peruano, el movimiento #NiUnaMenos logró reunir a un aproximado de 50 mil personas, convirtiéndose en una de las movilizaciones ciudadanas más grandes de la historia del país. Es ese contexto, las redes sociales jugaron un rol importante: en Perú se creó un grupo de Facebook llamado “Ni una menos, movilización nacional ya”, cuyo objetivo principal era organizar la marcha del 13 de agosto del 2016. Sin embargo este grupo se convirtió pronto en una plataforma donde por primera vez en su vida, muchas mujeres compartían los diferentes abusos de los que habían sido víctimas. La solidaridad y el apoyo que se recibía como respuesta a los testimonios hizo que cada vez más mujeres se animaran a contar su historia y a salir a reclamar por sus derechos.
Lo mismo sucede en nuestro país. En este último año, a los grupos feministas de apoyo se han ido sumando miles y miles de mujeres que día con día usan esos espacios como foros de desahogo, denuncia y sororidad. Los grupos de mujeres y las mismas redes sociales se han convertido en una herramienta masiva de acción colectiva para denunciar y visibilizar la problemática que afecta a todas las mujeres en nuestro país.
Los movimientos feministas en América Latina son muy dinámicos, alertan y se movilizan con fuerza, pero en la práctica, su aplicación se ve obstaculizada por el machismo de las instituciones.
La pandemia y el feminismo
Mientras en marzo del 2020, las mujeres en México se encontraban luchando por sus derechos, se acercaba una nueva lucha contra el virus del Covid-19. Pasaron tres semanas desde la marcha del 8 de marzo y el paro del 9 de marzo y se anunció una pandemia global que obligó a todo mundo a confinarse. Durante semanas la agenda mediática, política y social giró alrededor de la pandemia del COVID-19 y del el aislamiento y la evolución de este problema en México, dejando en cierto punto de lado los problemas de violencia de género los cuales iban a la alza a la par del virus. En 2020, las mujeres y las niñas, se enfrentan a dos problemas: el del COVID-19 y el de la violencia de género; muchas incluso teniendo que estar encerradas en casa con sus agresores, sin ingresos y sin ayuda.
No solo es alarmante que cada día sean asesinadas 10 mujeres en México, pues de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero a mayo del 2020 se registraron 375 presuntas víctimas de feminicidio y 1,233 víctimas mujeres de homicidio doloso, dando un total de 1,608; es decir, un 6% más que en el mismo periodo de 2019. Asimismo, se han contabilizado 23,460 presuntas víctimas mujeres de lesiones dolosas y se han atendido 108,778 llamadas de emergencia al número 911, relacionadas con incidentes de violencia contra las mujer.
Ante la pandemia y durante la cuarentena, los diferentes colectivos feministas se han mantenido en lucha constante para ayudar a las mujeres víctimas y sobrevivientes de violencia. Por lo que no se ha detenido la elaboración de campañas, como “Vivas y libres” en las que se destaca el apoyo en el marco de la emergencia sanitaria.
¿En dónde nos encontramos hoy?
El 2020 fue un año que significó grandes cambios en la vida de toda la sociedad, así como grandes retos y retrocesos en la agenda de género y derechos humanos. Vimos cómo se trató de invisibilizar el problema de violencia que sufren las mujeres; pero a pesar de esto, las exigencias continuaron y continuarán. Se presentó el Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2020-2024 del Inmujeres y unos días después el Programa Nacional de Derechos Humanos 2020-2024 de la Segob. Ambos, con objetivos que llegan a coincidir en las problemáticas y en las estrategias, reconociendo el incremento de las violencias, aunque aún es incierto cómo se garantizará su aplicación y seguimiento.
Aún hay mucha resistencia para avanzar en la agenda feminista en México a pesar de que los intentos por prevenir, atender, erradicar y sancionar la violencia contra las mujeres y niñas han sido prácticamente fallidos; a México le falta mucho camino por recorrer en este tema, le hace falta aprender y entender de qué va el feminismo pues son pocas las personas que pueden tener acceso a libros, información y educación acerca del tema. No estamos viviendo una realidad agradable, pero es peor vivir en la ignorancia y sin cuestionarnos lo que está pasando.
Tal vez este año no todas las mujeres pudieron salir a protestar, pero la lucha sigue más fuerte que nunca. En este sentido, las redes sociales han sido un gran aliado para la visualización de la problemática y del movimiento, pues les han dado voz a muchas mujeres en México y en el mundo que no son escuchadas en sus círculos cercanos. Es importante seguir hablando del tema, seguir compartiendo información, y hoy más que nunca estar presentes en todas partes, alzar la voz, exigir justicia, tranquilidad y el derecho a la vida. El feminismo en México ha avanzado mucho, se han logrado grandes cosas y ha habido grandes cambios, pero aun nos falta mucho por recorrer y está en nuestras manos educar, enseñar y apoyar a las niñas y los niños para que logren generar un gran impacto y cambio en la sociedad.
Fuentes consultadas:
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