El aprendizaje escolar les permite a los niños obtener conocimientos teóricos, pero la información actual nos demuestra que esto no es una tarea sencilla para todos los estudiantes. Se estima que los trastornos del aprendizaje afectan al 10% de la población y la comorbilidad entre ellos es más común de lo esperado. (Butterworth et al., 2013).
Trastornos de Aprendizaje
Los trastornos del aprendizaje (TA) son trastornos del neurodesarrollo que le impiden a una persona, con un coeficiente intelectual (CI) normal o incluso superior, alcanzar los estándares esperados en un área de la esfera escolar como podría ser, lectura, escritura y cálculo (Butterworth et al., 2013). Otra característica de estos trastornos es que persisten a lo largo de la vida del sujeto y su presentación puede variar según la etapa del desarrollo en la que se encuentra la persona. Se estima que los TA afectan a un 10% de los niños en edad escolar (Sans et al., 2017).
Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
El TDAH o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es un trastorno neurobiológico de carácter crónico, sintomáticamente evolutivo y de probable transmisión genética que afecta entre un 5 y un 10% de la población infantil, llegando incluso a la edad adulta en el 60% de los casos.
Detección temprana
El pronóstico que reciba el individuo depende de la detección y tratamiento temprano del trastorno (Sans et al., 2017). La importancia de atender estas dificultades es que al no hacerlo existe un mayor riesgo de fracaso escolar, malestar psicológico emocional y desempleo.
La neuropsicología y la psicología histórico-cultural son consideradas como una alternativa novedosa que se centra en resolver problemas en el ámbito educativo, basándose en el estudio de los mecanismos cerebrales. Su objetivo es prever, comprender e intervenir en las dificultades académicas. En lo que respecta a la evaluación de los TA el enfoque histórico-cultural sugiere identificar los factores neuropsicológicos vulnerables para así, comprender el efecto que tienen en las distintas áreas de desarrollo. En otras palabras, se busca responder el cómo y el por qué de las dificultades y su efecto a nivel sistémico. A diferencia de los criterios diagnósticos de DSM, autores como Quintanar y Solovieva son partidarios del análisis neuropsicológico de las acciones escolares para así dar con la causa del impedimento (González-Moreno et al., 2012).
Diferencia entre Trastorno del Aprendizaje y Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
El tipo predominantemente inatento o comúnmente llamado Trastorno por Déficit de Atención o TDA, involucra falta de atención y concentración, así como también un comportamiento de distracción. Los niños que padecen de este subtipo no son excesivamente activos y tampoco interrumpen las clases; más bien ellos típicamente no completan sus tareas, se distraen con facilidad, cometen errores imprudentes y evitan actividades que requieren de trabajo mental continuo y de mucha concentración. Y como no interrumpen, es más probable que dichos síntomas se pasen por alto.
El perfil hiperactivo-impulsivo, sin embargo, se muestra muy inquieto cuando debe permanecer sentado. En situaciones inadecuadas corre o trepa de manera excesiva. Como expresan muchas madres de niños hiperactivos, “es como si estuviera literalmente impulsado por un motor”. Continuamente está hablando, teniendo grandes dificultades en permanecer callado. En comparación, con las personas que padecen de déficit de atención, puede presentar más agresividad. Del mismo modo suelen tener mayores dificultades en establecer relaciones sociales debido a su carácter impulsivo. La adolescencia puede ser problemática si no se trabajan los síntomas desde la infancia
Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad y la relación con los trastornos de aprendizaje
Una de las características que más se asocia a los que sufren el TDAH es el bajo rendimiento escolar. Se calcula, que alrededor de un 20% de niños hiperactivos, sufren trastornos específicos de aprendizaje, sobre todo en las áreas de atención y concentración.
En un 20% de los niños hiperactivos se detectan problemas en el lenguaje oral, la comprensión lectora no es adecuada, teniendo grandes dificultades para comprender textos largos, esto se debe, a que debido a los problemas de atención acostumbran a omitir palabras y a no interpretar correctamente el contenido de dicho texto.
Las dificultades en las matemáticas se hacen notar en los estudiantes de primaria, este problema se basa principalmente en que el déficit afecta a la hora de resolver los problemas, debido en gran parte a la impulsividad y al déficit de concentración. Su rendimiento está por debajo de la media en este aspecto.
Tipos de TA
Cuando se habla de TA solo existen 3 modalidades: con dificultad en la lectura, la escritura o la matemática, aunque comúnmente el trastorno de déficit de atención/hiperactividad y el trastorno del espectro autista suelen ser incluidos en las investigaciones sobre los TA por la frecuencia de los casos en los que se presenta la comorbilidad (Sans et al., 2017). Los niños que tienen TDAH también presentan dislexia en un rango del 33 al 45% y discalculia en un 11% (Butterworth et al., 2013).
Dislexia
La dislexia es el TA más estudiado, “se caracteriza por problemas con el reconocimiento de palabras en forma precisa o fluida, deletrear mal y poca capacidad ortográfica” (APA, 20014, p. 67). “Los estudios de prevalencia de distintos países dan unas cifras de entre un 5 y un 17% de la población” (Sans et al., 2017, p. 24). Dentro de los factores a los que se les atribuye la causa de este TA se encuentra una carga genética hereditaria. Es de 4 a 8 veces más probable que se presente en familiares de primer grado, en personas con dicho trastorno, a personas que no lo presenten (APA, 2014). El déficit central en la gran mayoría de niños disléxicos es fonológico, el procesar los sonidos del lenguaje y sus representaciones mentales (Butterworth et al., 2013).
Conforme se va desarrollando la capacidad lectora primero, con la ruta fonológica, en la que se fija la relación letra-sonido esperada para poder leer. Como resultado de una exposición constante y frecuente, el proceso de lectura se va automatizando y como consecuencia, estimula la ruta léxica, la cual nos permite leer más rápido, cansarnos menos y adquirir la ortografía. Dentro de las explicaciones de la dislexia se ve que en un grupo de niños la ruta que falla es la fonológica y en otros la léxica (Sans et al., 2017).
El diagnóstico de la dislexia se basa en la Historia clínica, tomando en cuenta la importancia de los factores heredados, y en un estudio neuropsicológico, ya que la activación cerebral es distinta en las personas con dislexia y los normolectores. En cuanto a la intervención, se reitera la importancia de la detección temprana, ya que en la la Educación Primaria se pueden establecer estrategias para mejorar las capacidades deficientes, distintamente a lo que sucede en la Educación Secundaria donde se tienen que buscar estrategias de adaptación y compensación, debido a la baja plasticidad cerebral (Sans et al., 2017).
Discalculia
La discalculia es un término utilizado para referirse a un claustro de dificultades determinadas por “problemas en el procesamiento de la información numérica, aprendizaje de operaciones aritméticas y cálculo correcto o fluido” (APA, 2014, p.67). Aunque no hay una cifra exacta se aproxima que este trastorno afecta a un 5% de la población escolar. Dentro de las hipótesis explicativas se encuentran aquellos que afirman la baja memoria de trabajo, otros un déficit en la memoria procedural y por último, la incapacidad de almacenar números en la memoria a largo plazo (Sans et al., 2017).
Ya que, no se han escrito criterios diagnósticos rigurosos para la identificación de la discalculia, se recomienda elaborar una Historia clínica exhaustiva, al igual que una evaluación neuropsicológica que delimite las funciones cognitivas deficientes. En cuanto al tratamiento, además de la rehabilitación en aspectos relacionados con la numerosidad, se recomienda que se cuente con el apoyo de familiares y docentes para qué (Sans et al., 2017).
En un estudio poblacional se encontró que del 23 al 49 por ciento de los niños que estudiaban de segundo de primaria a cuarto año, tenían dificultades tanto literarias como matemáticas. A pesar de que es común la comorbilidad de dichos trastornos, se ha estudiado que los déficits propios de cada trastorno no interactúan entre sí. Lo que significa que las niñas y los niños que cuentan ambos trastornos no obtienen resultados más pobres que aquellos niños que solo presentan un trastorno (Butterworth et al., 2013).
Además, en DSM-5 reconoce la dificultad en la expresión escrita que se caracteriza por las dificultades presentadas en la ortografía, gramática, puntuación, claridad y organización de la escritura (APA, 2014). Así mismo, se ha estudiado el “grafismo” el cual está relacionado con este aspecto, ya que se considera como un impedimento para la ubicación visoespacial (Sans et al., 2017).
Al ser docentes es relevante tener el conocimiento pertinente sobre los TA ya que es muy importante conocer, identificar e injerir en los problemas del aprendizaje, para así favorecer a los niños y niñas en su etapa escolar. Concuerdo con el enfoque neuropsicológico y de la psicología histórico-cultural el cual argumenta que, “si se ve a los niños como personas en desarrollo hay mayores posibilidades de comprender las dificultades que presentan y de proponer alternativas que contribuyan a su solución” (González-Moreno et al., 2012, p. 229).